Dulzaina

JOTA

Soinularia: Juan Aiesta (dultzaina) eta Agustin Alonso (danborra)

Bedia, 1984

Arin-arin, porrusalda. Juan Aiesta. Bedia, 1984. (Euskal Herriko Soinu-Tresnak. IZ 217. 2017, Elkar KD DVD-E 968)

 

La dulzaina es un instrumento de doble lengüeta de la familia de los aerófonos.

Descripción del instrumento

La dulzaina es un aerófono de tubo cónico con lengüeta doble. Consta de:

  • Pita o boquilla de lengüeta doble. Son dos lengüetas de caña unidas a un tudel metálico. El tudel se introduce en el tubo, uniendo las lengüetas y el tubo y dirigiendo sus vibraciones acústicas hacia el tubo.
  • Tubo. Tiene forma de cono irregular; cuanto más abajo, la forma es más cónica. En la mayoría de los casos son de madera y la madera más utilizada ha sido la de boj. A finales del siglo pasado se empezaron a fabricar ejemplares de metal en Bizkaia y Gipuzkoa. Estos tuvieron un gran éxito, especialmente en Bizkaia; por eso hoy en día para mucha gente la dulzaina metálica es sinónimo de “dulzaina vizcaína”.

Tiene ocho agujeros para dar las notas: siete en la parte delantera y uno en la parte superior trasera. El primer agujero desde abajo, el que se cierra con el dedo meñique, está un poco a un lado, por comodidad. Algunas dulzainas antiguas carecen de este agujero y por eso dan una nota menos.

Todas las dulzainas tienen otros dos agujeros en la parte inferior a los lados, ambos a la par, que fijan la longitud del tubo acústico. El trozo de tubo que va desde éstos hasta el borde cumple la función de altavoz.

Modo de interpretación

Este instrumento puede dar dos octavas enteras, pero en su repertorio podemos encontrar melodías de una extensión máxima de una octava más una quinta. En realidad, con una digitación de posiciones naturales da una escala diatónica, pero mediante la variación de la presión del aire emitido, se pueden obtener cambios de medio tono y así es como principalmente conseguían los viejos dulzaineros tocar en modo menor y con escalas atemperadas. (Utilizando la digitación de medios agujeros y posiciones de “cejilla”, y ayudándose además de la modulación adecuada de la presión del aire emitido se puede conseguir dar la escala cromática)

Aunque en la mayoría de los casos se ha tocado con el acompañamiento del tambor, también aparece el pandero en el grupo (P. Donostia, 1952, p. 281). Desde que llegó el acordeón diatónico, también ha formado grupo con éste.

Historia

Es el instrumento de lengüeta doble (oboe) más desarrollado y conocido del País Vasco. En este subgrupo de instrumentos, encontramos cuatro variantes en nuestro país: tutubi-trompeta-sunprinu, txanbela, dulzaina y gaita navarra, en el orden que ha supuesto el avance de su evolución. Las dos últimas no parecen tener apenas diferencias, y tampoco está clara la distinción de nombres, ya que en Navarra se mezclan los nombres de gaita y dulzaina, pero tienen diferencias no en cuanto al uso y a la música que hacen. No podemos olvidar la palabra bolingozo que utiliza Larramendi en el siglo XVIII para referirse a este instrumento sonoro en euskera: "Dulzayna, instrumento musical, bolin-gox. LAT. Instrumentum musicum dulcius ".

Otra variante a mencionar es la que han utilizado algunos músicos en Rioja Alavesa desde principios de este siglo hasta la década de los setenta (1970): la dulzaina con mecanismo de llaves. Éstas procedían de Castilla, y creemos que por la influencia de los dulzaineros de allí se han utilizado en dicha época también en La Rioja. A excepción de las copias que hizo Jose Mari L. de Elorriaga, no conocemos que en la Rioja Alavesa ni en ningún otro lugar del País Vasco se haya fabricado semejante instrumento. Hoy en día, en la zona se ha vuelto a imponer la dulzaina sin llaves.

Aunque no sabemos de cuándo data, como hemos visto en el caso del txistu, también en la dulzaina en los últimos cien años encontramos al menos dos tipos de músicos: los del entorno rural-sin escuela musical y los urbanos-con escuela.

Ahora, aquí veremos ese primer tipo.

Los aldeanos estudiaban y tocaban de oído en romerías y pueblos pequeños. El repertorio, salvo contadas excepciones, está compuesto por música para bailar como fandango-jota, arin-arin-porrusalda, marchas, algunos bailes “al agarrado” y canciones populares.

Estos músicos aprendían escuchando a los dulzaineros locales o de los alrededores. También más tarde, cuando se dedicaban a tocar, aprendían de oído las nuevas piezas.

Como nos decía José Sodupe "Montte", de Azkoitia, en la romería se escuchaba la nueva pieza a otro dulzainero y una vez terminada la romería se intentaba aprender de camino a casa; al llegar a casa, ya se la habían aprendido y estaban dispuestos a tocarla en la siguiente romería.

A las romerías, acudían muchos músicos, sin que nadie les llamara. No tenían contrato: se personaban en el lugar, tomaban un sitio y empezaban a tocar. Solía ser habitual empezar con una "marcha" para que la gente se acercara a ellos. Cuando reunían el corro comenzaban lo que llamaban “saioa”, la sesión, tocando el fandango y la vuelta (arin-arin). El chico de cada pareja pagaba por la actuación.

En cuanto a lo que cobraban por tocar, según nos decía Juan Aiesta, antiguo dulzainero de Bedia, "Al principio (a principios del siglo XX) una perra chica (txakur txikerra-cinco céntimos de peseta) y luego la grande (txakur handie-diez céntimos), entonces ya se sacaba algo". Sin embargo, en algunas romerías y fiestas los músicos tenían que pagar como los comerciantes de las ferias para poder tocar. El dinero que sacaban no era una ganancia neta. Había que tocar muchas sesiones y reunir a mucha gente para sacar el "jornal" en una tarde o un día, y con la competencia que había allí no era fácil.

"Montte" decía que antaño los dulzaineros andaban de dos en dos, con un atabal, incluso con un acordeonista. Pero como había que repartir el dinero entre más, se veían cada vez más parejas formadas por un dulzainero y un tamborrero.

El propio "Montte" nos contó lo siguiente: a las romerías del Urolaldea venía de Abadiño un dulzainero muy bueno y famoso, Julián Azurmendi, con su mujer, hijo e hija. Este grupo funcionaba de la siguiente manera: el padre tocaba la dulzaina, el hijo el atabal, la hija por otro lado se dedicaba a atraer gente al corro de su padre y su mujer, en vez, hacía de tesorera, cobrando cuando terminaba cada “saio” (la sesión). Como se ve, el negocio estaba bien organizado.

Así ha sido el entorno de estos músicos. Aunque esté decayendo, últimamente han solido tocar especialmente en todo tipo de fiestas en entornos campestres de Gipuzkoa y Bizkaia.

FUENTES

Bibliografía

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Discografía

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Filmografía

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